La llamaron Ocellum Durii por su ubicación junto al río Duero. La Edad Media la llenó de románico y de aceñas en el río, más adelante se alzaron edificios civiles de aire modernista. A una hora y cuarto de Madrid, gracias al Ave, es una ciudad con sus gentes de toda la vida y amplia gastronomía. Reconocida es su Semana Santa como Bien de Interés Cultural. Camino de peregrinos y destino de rutas temáticas, ornitológicas, de leyendas, de rincones o museos con la huella de Baltasar Lobo, Coomonte, Claudio Rodríguez o León Felipe.

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Catedral de Zamora

Situada en el punto más alto de la ciudad, la Catedral de Zamora data del siglo XII y es una de las joyas del románico del Duero. Caminando desde la rúa de los Notarios, lo primero que vemos es su cúpula con influencias de estilo bizantino y su cimborrio cubierto de escamas de piedra que al caer la tarde se mezcla con los colores del cielo y la silueta de las cigüeñas que sobre ella descansan, espectacular foto para el recuerdo.

Aceñas del Duero

Si algo caracteriza a la ciudad es su localización a los pies del río Duero. Sobre este río se alzan unas figuras características y apreciadas por el visitante, se trata de las aceñas, unos molinos hidráulicos en forma de navío, que se utilizaban en la Edad Media. La ciudad de Zamora conserva restos de presas y cinco paradas de aceñas de origen medieval: Olivares, Pinilla, Cabañales, Gijón y Los Pisone.