Si hay una ciudad con una historia interesante, es Valladolid. ¿Sabías que fue escenario de la boda secreta de los Reyes Católicos y capital del reino con Felipe III? En este blog ya te hablamos de las leyendas que envuelven la ciudad. Y hoy vamos a hablarte de 6 rincones con historia para descubrir. ¿Estás preparado/a? ¡Vamos allá!
Necrópolis judía de Valladolid
“Son tumbas de tiempos antiguos, en las que unos hombres duermen el sueño eterno. No hay en su interior ni odio ni envidia. Ni tampoco amor o enemistad de vecinos. Al verlas mi mente no es capaz de distinguir entre esclavos y señores”. Estas son las palabras del poeta andalusí Mosheb Ibn Ezra que, recogidas en una placa, señalan la ubicación del antiguo cementerio de judíos descubierto en 2002 en la calle Acera de Recoletos.
La necrópolis sigue el esquema de otros enterramientos hebreos de la península: se sitúa en una zona exterior al casco urbano y cerca de una corriente fluvial, en este caso, el Esgueva (que ahora está soterrado).
Callejón de San Francisco
El callejón de San Francisco es un enorme trampantojo que pretende una prolongación visual de la que antaño fue una vía abierta a la Plaza Mayor. El modelo se ha realizado a imagen de un dibujo de Ventura Pérez del siglo XVIII.
Se aprovechó el muro de un edificio moderno que limita el callejón para recrear lo que se supone que se podía ver desde su desembocadura a la plaza: la fachada del desaparecido convento de San Francisco, que fue un auténtico centro de poder en su época. En este convento murió Cristóbal Colón en 1506 y también recibió sepultura Red Hugh O’Donnell, todo un héroe para Irlanda que murió en Simancas mientras esperaba audiencia con el rey Felipe III para solicitar la ayuda española en su gesta.
Los patios ocultos de Valladolid
En 1563 el cronista portugués Tomé Pinheiro da Veiga describió Valladolid como una suntuosa ciudad con unos 400 palacios. Más allá de los imprescindibles patios de los palacios de Santa Cruz, de los Condes de Benavente, de Pimentel o, por supuesto, el Palacio Real, existen edificios de uso comercial, residencial o municipal que aún hoy recuerdan su origen de casa palaciega.
No dudes en asomarte al Palacio de los Alarcón, reconvertido en pasaje que comunica las calles Paraíso y Juan Mambrilla o, en esta misma calle, la Casa de los Zúñiga, hoy centro de la Universidad de Valladolid. Haz un alto en el camino para adentrarte en los patios del edificio del número 9 de la calle Guadalcimero (en la actualidad, bloque de viviendas y locales comerciales), de la Casa de los Gallos (Hotel Imperial) y del restaurante Caballo de Troya, que toma el nombre de la antigua taberna que lo ocupó en siglos pasados.
Casas de Gabarrón
Ese torrente creativo es obra del vallisoletano de adopción Cristóbal Gabarrón, que apuesta por exprimir el papel social del arte.
La ruptura estética del ‘Barrio del color’ zigzaguea entre las casas más planas de la zona con la paleta más atrevida: los elementos rosas, azules, amarillos, verdes y rojos destacan puertas y ventanas con sinuosas composiciones y alteran las siluetas de las casas molineras para constituir un pequeño oasis de imaginación fuera de las rutas habituales.
Osario en la iglesia del Salvador
La iglesia del Salvador, donde se cuenta que fue bautizado San Pedro Regalado, conserva uno de los enterramientos humanos más antiguos de Valladolid. Bajo el suelo de la capilla de San Juan Bautista se halla un entramado de criptas que datan del siglo XV, parte del cual puede verse gracias al suelo acristalado de la sala, y un valioso osario con numerosas calaveras.
La fábrica de la luz
El punto en el que el río Esgueva vierte sus aguas al Pisuerga es uno de los enclaves más valiosos dentro del amplio catálogo de patrimonio industrial que atesora Valladolid: conducido por una serie de esclusas, sus aguas superan un salto de siete metros de altura. Se trata de antigua Central Eléctrica de Linares, más conocida como ‘Fábrica de la Luz’, un proyecto inaugurado en 1932 capaz de producir 172 caballos de fuerza aprovechable.
Pese a la envergadura del proyecto, la vida útil de esta central fue breve, pues en 1976 se acordó su cierre definitivo. La estructura que a día de hoy se conserva mantiene parte de la mecánica que regulaba la producción de energía, así como los embalses colindantes.
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